Ser un negocio sostenible va más allá de declaraciones o mensajes publicitarios. En un contexto donde el greenwashing es cada vez más común, diferenciar una estrategia de sostenibilidad auténtica de una acción superficial se ha vuelto clave para las organizaciones. Adoptar prácticas sostenibles no solo responde a la presión del mercado, sino que es una necesidad para cualquier compañía que quiera mantenerse vigente, generar valor y reducir su impacto ambiental de forma real y medible. Esto implica integrar principios de sostenibilidad en cada decisión operativa, promover el uso responsable de recursos naturales y contribuir al bienestar de las comunidades con las que se relaciona.
Un mercado más exigente con la sostenibilidad
Él cambio climático es uno de los temas más relevantes en la agenda global, impulsado por políticas ambientales más estrictas y una creciente regulación internacional. A la par, los consumidores muestran mayor interés por el impacto ambiental de sus decisiones de compra.

De acuerdo con un estudio de McKinsey & Co., el 66% de los encuestados y el 75% de los Millennials consideran los criterios de sostenibilidad al momento de adquirir un producto. Además, los artículos que destacan prácticas alineadas con ESG (ambiental, social y de gobernanza) lograron un crecimiento acumulado del 28% en los últimos cinco años, frente al 20% de aquellos que no realizan este tipo de afirmaciones.
¿Qué define a una compañía realmente sostenible?
Las organizaciones necesitan evaluar con cuidado sus decisiones, desde la elección de proveedores hasta los servicios que contratan. No basta con dejarse llevar por etiquetas o anuncios que aparenten ser “verdes”; es esencial profundizar para identificar quiénes están implementando acciones reales y medibles en pro del medioambiente y la sociedad.

Adoptar procesos de gobernanza en materia de sostenibilidad no solo permite que un negocio sea más consciente de su impacto ambiental, sino que también ayuda a crear métricas claras para medir los avances en su estrategia. De esta forma, es posible reconocer qué socios comerciales y productos están verdaderamente alineados con los objetivos de desarrollo sostenible y cuáles podrían estar simulando un compromiso ambiental.
Para entender qué implica ser un negocio sostenible, es fundamental observar criterios clave que definen las credenciales de una organización responsable, desde el manejo de sus recursos hasta la transparencia en su comunicación.
1. Transparencia organizacional: base del negocio sostenible.
Una compañía verdaderamente sostenible se reconoce por las decisiones estratégicas que toma a lo largo de su operación. Desde la elección de proveedores hasta los servicios contratados, cada acción debe reflejar un compromiso claro con la sostenibilidad. No se trata solo de proyectar una buena imagen, sino de demostrar con hechos una gestión ambiental y social responsable.
Implementar una gobernanza ambiental sólida permite definir métricas de sostenibilidad y evaluar avances de forma objetiva. Esto facilita identificar socios comerciales alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y enfocar recursos en iniciativas con impacto real.|
Ser una organización sostenible implica gestionar de forma consciente los recursos, comunicar con transparencia y establecer procesos medibles que reflejen una estrategia a largo plazo. Estas prácticas son clave para diferenciar a las compañías que generan valor ambiental y social de aquellas que solo buscan reconocimiento superficial.
Algunos indicadores de transparencia incluyen:
- Informes de sostenibilidad: Documentos periódicos en los que se presentan resultados de impacto ambiental y social, elaborados bajo estándares reconocidos como GRI o similares. Estos informes pueden contar con la verificación de terceros para garantizar la precisión de los datos.
- Etiquetas claras en el empaque: Información visible y detallada sobre las características ambientales de los productos, evitando mensajes confusos o ambiguos.
- Trazabilidad en la cadena de suministro: Conocer el origen de los materiales y proveedores, asegurando que cumplen con criterios éticos y normativas laborales.
2. Criterios ESG: compromisos sostenibles a largo plazo.

Un negocio sostenible no se define solo por lo que hace hoy, sino por la visión que construye a futuro. Establecer objetivos concretos a largo plazo alineados con los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) es fundamental para demostrar compromiso genuino.
Estas metas deben estar documentadas en informes de sostenibilidad, donde se evidencie no solo el desempeño actual, sino también los planes que guían sus decisiones futuras. Estos compromisos permiten evaluar si la organización está tomando medidas consistentes para generar un impacto positivo y duradero.
Al revisar estos informes, es importante identificar:
- Metas ambientales claras: relacionadas con la reducción de emisiones, el uso eficiente de energía y agua, la gestión de residuos y la protección de los ecosistemas.
- Objetivos sociales bien definidos: que aborden aspectos como el bienestar laboral, la equidad, la diversidad e inclusión, y la contribución a las comunidades locales.
- Compromisos de gobernanza sólidos: como la ética empresarial, la transparencia, el cumplimiento normativo y la rendición de cuentas ante grupos de interés.
- Indicadores de progreso: que permitan ver con claridad si las metas planteadas están en camino de cumplirse, y en qué medida se han logrado avances medibles.
Operaciones responsables en toda la cadena de valor.

Un negocio que apuesta por la sostenibilidad integra ese enfoque en todos sus procesos. Desde la selección de materiales hasta la forma en que gestiona los residuos o aprovecha los recursos, cada decisión cuenta para reducir impactos y fortalecer su compromiso ambiental y social.
Una de las formas más claras de evidenciar el compromiso con la sostenibilidad operativa es a través de la gestión eficiente de los recursos naturales y la implementación de procesos responsables. En Papelsa, esto se traduce en acciones concretas que forman parte del día a día. Un ejemplo es la planta de tratamiento de aguas, que permite reutilizar el recurso hídrico de forma responsable y devolverlo al entorno cumpliendo con altos estándares de calidad ambiental.
Otro ejemplo es el uso de un motogenerador que transforma subproductos del proceso productivo en energía, reduciendo residuos y promoviendo la eficiencia energética.
Además, hay prácticas claves que fortalecen esta visión:
- Circularidad en la producción: se prioriza el uso de materiales reciclables o reutilizables, y se buscan procesos de circuito cerrado donde los residuos se transformen nuevamente en insumos productivos.
- Circularidad integral: no solo en los productos, sino en los espacios de trabajo, la logística y el empaque. El reciclaje, el ahorro de energía y la formación interna sobre prácticas sostenibles son componentes esenciales.
- Innovación constante: se destinan recursos a investigar e implementar materiales ecológicos y tecnologías que contribuyan a reducir el impacto ambiental y mejorar el desempeño general del negocio.
La sostenibilidad debe reflejarse en las decisiones operativas cotidianas, y no solo en las estrategias de alto nivel. Solo así se construyen negocios resilientes y responsables.
4. Certificaciones sostenibles: respaldo para organizaciones responsables.
Cuando se trata de sostenibilidad, las acciones valen más que las palabras. Una forma clave de demostrar ese compromiso es a través de certificaciones de terceros que validan el cumplimiento de estándares reconocidos a nivel local o internacional.
En el caso de Papelsa, se cuenta con certificaciones como la del Forest Stewardship Council (FSC), que garantiza que los materiales provienen de fuentes responsables y con manejo forestal sostenible, y la ISO 14001, una norma internacional que valida los sistemas de gestión ambiental implementados en la organización.

Estas certificaciones no solo aumentan la confianza del consumidor y de otros actores de la cadena, sino que también reflejan un compromiso activo con la mejora continua.
Al evaluar si un negocio realmente actúa de forma sostenible, vale la pena identificar:
- Certificaciones específicas del sector o producto: como el caso de FSC, que aplica a toda la industria del papel y cartón, o normas ambientales como ISO 14001.
- Reconocimientos a diferentes escalas: ya sea en el ámbito nacional o internacional, los premios o menciones honoríficas que reconozcan el esfuerzo por crear un modelo más responsable también hablan del camino recorrido.
- Compromisos voluntarios exigentes: aunque no todos los negocios aplican a sellos como el de B-Corp, obtenerlos indica que están dispuestos a ser evaluados rigurosamente en su desempeño social, ambiental y ético.
Un negocio verdaderamente sostenible entiende que estos avales no son un fin, sino una herramienta para asegurar prácticas responsables, ayudan a fomentar la confianza y la transparencia con sus grupos de interés.
5. Cultura organizacional con propósito sostenible.
Un negocio que realmente apuesta por la sostenibilidad no se limita a aplicar medidas técnicas o cumplir con estándares externos; incorpora los valores sostenibles en su cultura interna. La manera en que una organización educa, involucra y empodera a su equipo en torno a este tema es clave para lograr un cambio profundo y duradero.
En lugar de dejar las decisiones ambientales en manos de un solo departamento, se promueve una participación desde todos los niveles del negocio. Esto implica no solo compartir los objetivos ESG, sino formar al talento humano para que pueda contribuir con acciones cotidianas alineadas con esos principios.
Sostenibilidad con impacto real: del discurso a la acción.
Ser un negocio sostenible implica mucho más que adoptar términos de moda o compartir anuncios con mensajes verdes. El verdadero impacto ambiental se construye con base en la transparencia, la coherencia de las operaciones, la implementación de objetivos ESG claros, el respaldo de certificaciones reconocidas y una cultura organizacional comprometida con el cambio.
En Papelsa, estos principios no son aspiraciones, sino prácticas concretas que guían nuestras decisiones a diario. Este compromiso nace desde nuestros valores institucionales y se traduce en el actuar cotidiano de cada persona dentro de la compañía. Creemos que una organización verdaderamente sostenible se construye desde adentro, con convicción y coherencia.
Por eso, implementamos prácticas concretas que reflejan esta filosofía: desde la planta de tratamiento de aguas, que garantiza el uso responsable del recurso hídrico, hasta el empleo de cartón proveniente de fuentes certificadas y responsables. Cada decisión está guiada por una visión compartida que prioriza el bienestar del entorno, la eficiencia operativa y la responsabilidad social.
Al evaluar la sostenibilidad en cada organización, es fundamental ir más allá del discurso y enfocarse en acciones medibles, trazables y verificables. Solo a través de la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es posible construir relaciones de confianza, cadenas de suministro responsables y un futuro más sostenible para todos.